El Espacio en los Tiempos del Corona

Comienzo a escribir este artículo, tres meses después del fin del confinamiento en Francia, y con la incertidumbre de una constante mundial: un próximo encierro. En marzo, cuando el gobierno nos anunció el aislamiento casi que de un día para otro, debimos adecuarnos a nuestro espacio de vivienda y acomodarlo a un insólito ambiente cotidiano. Hoy pienso que deberíamos hacer un proceso inverso y prepararnos para acondicionar nuestros espacios a esta nueva forma de vida, y seguir poniendo a prueba de nuestra capacidad de adaptabilidad.

No pretendo debatir sobre todos los efectos sociales, económicos, ambientales y políticos que esta pandemia producirá en el mundo entero. Pero sí quisiera empezar esta reflexión reconociendo que, a lo largo de la historia, las crisis han favorecido la innovación y han sido aceleradoras de cambios muy profundos

La gripa española, a principios del sigo XX causó la muerte de alrededor de 50 millones de personas en el mundo, y como siempre, la enfermedad fue implacable en los países y medios sociales menos favorecidos. Sin embargo, a pesar de esta tragedia humana, la pandemia permitió el avance de la ciencia, el mejoramiento de los protocolos de salud en los países desarrollados y abrió la vía a la medicina social. De igual manera, posibilitó una reflexión trascendente sobre los cambios necesarios en el diseño de hospitales y de los sistemas de saneamiento del espacio público. Como consecuencia de la gripe española y de la Primera Guerra mundial perdieron la vida ante todo jóvenes y hombres entre 20 y 40 años. Fue entonces cuando se inició un progresivo acceso de las mujeres al trabajo.

A raíz de las epidemias de tuberculosis (a finales del siglo XIX) y de la gripe española a principios del siglo pasado, se hizo evidente la necesidad de discutir sobre la salubridad en las edificaciones. Años más tarde, los grandes espacios de aireación fueron posibles gracias al invento de nuevos materiales como el hormigón. En sus « Unités d’Habitation », Le Corbusier, por ejemplo, reflexionó sobre revolucionarias maneras de permitir el acceso de la luz al interior, e inventó la ventilación cruzada. Todo esto tomó tiempo, pero fue posible gracias a las nuevas tecnologías que surgieron de manera acelerada no sólo por la industrialización, sino también quizás en parte debido a la grave crisis sanitaria que, entre otras, afloraban o traían consigo las pandemias.

Recientemente, el estado francés ha inyectado millones de euros para ayudar a Air France. Entre las condiciones impuestas por el gobierno, la compañía aérea debe disminuir la producción de gases con efecto invernadero. Es así como esta aerolínea anunció que va a cancelar sus vuelos de menos de dos horas y los va a remplazar por el uso del TGV (Tren de Alta Velocidad). Esto habría sido inimaginable a principios de este año.
En este orden ideas uno puede concluir que las crisis pueden llegar a ser positivas, si los ciudadanos, los profesionales y los líderes toman las decisiones correctas y asumen los retos y las responsabilidades que imponen una nueva concepción del mundo individual, comunitario y planetario. De esta manera será posible acelerar los urgentes y necesarios procesos de cambio que planean las crisis y en este caso concreto la pandemia del Covid 19.
En lo que como arquitecta me ocupa y preocupa es cómo abordar el espacio desde tres de sus cuatro dimensiones: la urbana, la arquitectónica, la interior y la virtual (cuyo análisis no hará parte de este articulo).

En el ámbito urbano,

la Covid-19 aceleró la peatonalización de las ciudades. Tal como lo afirma Norman Foster en una entrevista concedida al diario El País, “(…) la ciudad del futuro iba a estar cada vez más orientada a peatones y ciclistas…y durante la pandemia se han construido más carriles bici que nunca”. El calentamiento global ha hecho evidente la necesidad de plantearse nuevas soluciones en cuanto a movilidad, generación de energías renovables, arquitecturas y urbanismos auto sostenibles, el regreso a lo local. Estas tendencias se han visto, y esperemos que así sea, aceleradas por esta pandemia. El espacio público va a ser apropiado de otra forma, y quizás ya no serán las autoridades quienes dicten las normas de fondo, sino las que las comunidades reclamen con miras a que la adaptabilidad a cada situación sea posible.

En lo arquitectónico

habrá cambios profundos relacionados con la manera de abordar las edificaciones de vivienda, educación, salud, trabajo, ocio, comercio. Los límites entre el espacio público y el privado se van a ver afectados. Lo repentino va a dejar cambios definitivos en nuestra manera de adaptarnos a las crisis. Lo imprevisible va a obligarnos a cuestionarnos si nuestra arquitectura de hoy deberá ser perenne o, por el contrario flexible, ligera, efímera para poder ser modificada en razón de cada situación y/o urgencia. La arquitectura deberá ser capaz de reconstruirse rápidamente (por pandemia o por tragedias inducidas entre otras por el cambio climático). Una arquitectura que se adapte a cada nueva situación. Una arquitectura en donde el lema sea la autonomía y la auto sostenibilidad. Una vez más pienso, que será esta pandemia la que acelere estos procesos que vienen siendo el centro de debates desde hace años.

El arquitecto español Vicente Guallart, ganó el concurso internacional Viviendas Post Covid para la zona de crecimiento urbano de Xiong’an cerca de Pekín. Su proyecto “la ciudad autosuficiente” integra no solo el teletrabajo; su propuesta cuenta con cuatro manzanas en donde la vida en comunidad y la autonomía alimenticia, energética y de producción son el centro.

Para responder a las nuevas necesidades que indujeron el confinamiento y el teletrabajo, el arquitecto opta por aperturas del interior hacia el exterior, terrazas que son extensiones de la sala, huertas e invernaderos en los techos, grandes zonas al aire libre para los niños, placas fotovoltaicas para la producción de energía, e impresoras 3D para la producción de objetos de uso cotidiano como mascarillas. Su proyecto responde a la crisis sanitaria actual, pero igualmente anticipa posibles emergencias futuras (pandemias, accidentes nucleares o catástrofes ligadas al cambio climático).

En al ámbito interior o privado

de cada una de nuestras viviendas, a raíz de esta pandemia, deberíamos retomar en consideración la noción de espacio-tiempo. Pienso que sin ponerle etiquetas al tema, durante el confinamiento todos lo sentimos. Este lazo más que nunca estará desde ahora ligado a nuestra forma de vida.
La noción de espacio-tiempo en arquitectura fue abordada por Siegfried Giedion, quien en 1941 publica una compilación de sus conferencias en Harvard dictadas entre 1938 y 1939. Invitado por Walter Gropuis, figura emblemática de la arquitectura moderna, su libro “Espacio, Tiempo, Arquitectura”, es ante todo una obra evolutiva, ya que su última versión aparece en 1967, y fue completada en varias reediciones por el autor. Aunque el enunciado no es un descubrimiento de Giedion, éste introduce “la manera en la cual los volúmenes se disponen en el espacio y la forma en que se relacionan entre si, la interpenetración del espacio exterior y del espacio interior”. Regresaré más adelante a este último punto, en aras de relacionarlo con el confinamiento.

Ahora bien, la noción de espacio-tiempo va más allá. Si bien es evidente que la arquitectura se inscribe en el tiempo y en el espacio, también implica tener en cuenta no sólo un tiempo lineal (historia), sino también un tiempo caótico (las crisis). Y en la noción de tiempo debemos tener en cuenta los usos, la duración, el movimiento (o el estatismo).
Eric Cassar en sus “Crónicas des N-Spaces”, afirma incluso que debemos “integrar la capacidad de transformar el espacio en el tiempo, incluso en el tiempo corto”. Vivir en espacios tiempo será quizás la condición de nuestro cotidiano de ahora en adelante.
Concretamente, y en lo que respecta a la transformación de nuestras viviendas, hoy se ven convertidas en un lugar multifuncional. Deben brindarnos un espacio para tener tiempos de trabajo, tiempos de estudio, tiempos de aislamiento, tiempos para reunirnos en familia, tiempos para compartir, tiempos de reposo, tiempos de ocio, tiempos de lectura.

En lo personal esta convivencia en mi espacio con mi familia me reveló y me hizo entender la noción de espacio-tiempo de nuestros interiores más que nunca. A esto se le suma el hecho de que no sólo nosotros debemos adaptarnos a las nuevas situaciones, el espacio debe convertirse en un terreno flexible, que nos permita espacios- tiempos que cohabiten y muten en el lapso de un solo día.
Volviendo al concepto de Gideon en cuanto a la interpenetración del espacio exterior y del espacio interior, creo que quienes estuvimos confinados en la ciudad, sentimos la importancia de las aberturas, de los balcones, las ventanas, del aire, de la luz, de las alturas. Estar fuera fue una necesidad que todos tratamos de suplir y cuyas fronteras cada quien intentó transformar a su manera.
La calidad del espacio en el que habitamos retomó para mi todo su sentido. Y hoy personalmente pienso que la calidad reside en lo que el espacio va a procurarnos en términos de bienestar: luz, aireación, flexibilidad y más allá la implementación de energías renovables, de materiales sostenibles e incluso de una cierta forma de autonomía.

Concretamente en lo que respecta al espacio interior, en lo inmediato, podemos prepáralo para un eventual re confinamiento pronto.

Algunos CONSEJOS puntos y astucias, en el capítulo siguiente. No se lo pierda…...
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