Catalina Castro Blanchet

Diversidad es quizás la palabra que mejor me define.

Tengo la fortuna de ejercer la profesión que me apasiona.

Estoy hecha de diversidad

De Colombia, mi país natal,

llevo el Alma, el color, las tradiciones ancestrales, la esencia, la alegría de vivir.

De Francia, mi país de corazón,

y de París, esta ciudad que tanto amo, el estilo, la historia, la poesía y la pasión.

Estoy hecha de coexistencias. La materia y el color, la arquitectura, la restauración de monumentos y el interiorismo. Lo bello y lo funcional.

De la arquitectura,

mi primera formación, extraigo la técnica, la gestión integral de mis obras, la exactitud, la manera personal y profesional de ejercer, el poder de la realización. El diseño de los volúmenes desde una óptica rigurosa pero también desde su lado más sensible y funcional.

Me atrae todo tipo de espacios, los grandes, los pequeños. Amo el contraste de la escala. Precisamente gracias a la escala, a la proporción y al rompecabezas mental que siempre me acompaña, juego con los espacios y volúmenes y entonces…tengo la facultad de descubrir en mis proyectos milímetros que pensábamos inexistentes.

En este orden de ideas, tengo una facilidad particular para encontrar lugar para nuevas habitaciones y para toda suerte de nichos y carpinterías integradas. El ahorro de espacio y los volúmenes puros se obtienen gracias a estos pequeños rincones. La optimización del espacio siempre representa un gran desafío para mí y un valor agregado para mis clientes.

De mis estudios en Restauración de Monumentos,

aplico mi amor por la historia y la fascinación que me transmite el paso de los edificios a través el tiempo. De este campo aplico el método para el levamiento de lo existente. Un registro riguroso me permite detectar los elementos que se deben conservar y exaltar. En los espacios antiguos conservo la esencia pero la optimizo y la adecúo a nuestra época. Es gracias a estos eclecticismos que los espacios viven y perduran en el tiempo.

En el interiorismo,

lo que me motiva es el detalle y el contacto con mis clientes. Me gusta saber quién va a habitar los espacios que diseño, entrar en su intimidad. Conocer a ese ser humano me permite abordar los lugares de manera única; cada una de sus necesidades me da los elementos para concebir su hábitat. El respeto por el ser humano, el gusto por la estética y el deleite por el detalle, me llevan a disfrutar y a ofrecer un interiorismo con un sello personal y unas características particulares pensadas para cada proyecto que realizo.

Estoy hecha de mezclas

 

Materia y color. El color es un estado de ánimo, algo pasajero y efímero. Por ello, en ausencia de color, busco en la materia y en la luz el valor de los espacios. La materia es permanente. Los materiales detienen una textura que condiciona nuestras sensaciones. En el juego de materiales busco aquellos contrastes que me estimulan y que traslado a la obra.

En resumen, el color y la materia me definen, así como también los espacios.

Estoy hecha de contrastes, de claroscuros. Me gusta trabajar con la luz, bien sea natural o artificial. Con la luz existe siempre un reto poético y determinante.

Poco me impresionan o determinan las tendencias o las modas.

Las encuentro uniformes y monótonas. La aplicación de tendencias per se reflejan un vacío creativo, un facilismo y una falta de carácter. Para mí es un reto crear y no imitar. Lo masivo limita mi propia búsqueda, mi propio estilo.

La arquitectura es para mí una pasión,

y esa pasión la trasfiero de manera diferente a cada proyecto que realizo, teniendo en cuenta  su propia historia y sus características inherentes. Diseño cada lugar de manera única pues los seres que lo habitan nunca se asemejan.